El pasado viernes, 17 de mayo, la Comisión Nacional de Energía (CNE) remitía a los miembros del Consejo Consultivo de Electricidad su propuesta de Circular por la que se pretende establecer la metodología para el cálculo de los peajes de transporte y distribución de electricidad al objeto de que éstos presentaran por escrito sus observaciones antes del próximo 11 de junio.
Desarrollo a continuación mi opinión sobre la citada propuesta que, en este caso, no tiene más remedio que ser técnica -y extensa- a tenor del contenido de la misma, plagado de hipótesis y cálculos meramente técnicos.
LOS FUNDAMENTOS
El modelo de red
Mis discrepancias con la propuesta derivan, principalmente, del modelo de red «simplificado» utilizado por la CNE.
Se trata de un modelo «de arriba a abajo» que contempla la red como un sistema en el que la energía solo fluye en un sentido: el descendente con la tensión de suministro. Ciertamente -no podría ser de otro modo- se contemplan inyecciones de energía por parte de los generadores en tensiones inferiores a las de transporte; pero no cabe la posibilidad de que esta energía «ascienda» hacia niveles de tensión superior.
Nótese que, con intención sibilina de defender el autoconsumo, podría apoyar este modelo y justificar así que la generación excedentaria del autoconsumo solo debería pagar peajes por la red de baja tensión (si no «asciende» energía a redes de nivel superior, no habría por qué pagarlas); pero me estaría engañando a mí mismo: hoy en día se producen crecientes inyecciones de energía desde las redes de menor tensión hacia las de tensión superior, incluso llegando hasta el transporte en alguna ocasión, motivadas por el desarrollo de la generación distribuida. Obviarlo, tanto más cuando la metodología propuesta por la CNE solo contempla revisiones cada cuatro años, perjudica claramente a este tipo de generación, llamada a cubrir la inmensa mayoría de la demanda. Al respecto del plazo conviene recordar que la tecnología fotovoltaica en los últimos cinco años ha sido capaz de reducir el coste del módulo en más de un 80%.
Es significativo que desde su primera propuesta de metodología sobre el particular, en 2001, el modelo utilizado por la CNE solo haya incorporado colores (ver página 84 del enlace anterior). Cabe recordar que en ese período las renovables -dejando aparte la gran hidráulica- han pasado del 5% al 25% de la cuota de generación eléctrica y que la fotovoltaica, por ejemplo, ha rebajado tan intensamente sus costes que hoy permite producir energía eléctrica muy por debajo de lo que pagan los consumidores por comprarla de la red.
Los costes de los generadores
Una segunda cuestión no menos importante es el tratamiento que se hace a los generadores.
En España no existe ningún incentivo a la localización eficiente de instalaciones de generación eléctricas (próximas al consumo) dado que las pérdidas de energía en las redes, valoradas en más de 1.200 millones de euros anuales, son socializadas entre todos los consumidores.
El mecanismo de socialización se articula a través de dos componentes: el primero consiste en la obligación de comprar energía en barras de central (esto es, «en la puerta» de cada central, con independencia de dónde esté situada), para lo que se incrementa la energía medida en el contador del consumidor a través de una serie de coeficientes de pérdidas estándar que dependen exclusivamente de su nivel de tensión y período horario; y el segundo, que es precisamente el que podría abordarse en la propuesta que nos ocupa, es que los generadores prácticamente no pagan nada por el uso de las redes (unos ridículos 0,5 €/MWh y tan solo desde el año 2012) y que además, lo poco que pagan lo hacen por kWh vendido, sin que de nuevo interese si éste se incorpora en uno u otro nivel tensión.
En un sistema centralizado, con pocas unidades de generación y fuerte reticencia de los consumidores a situar grandes centrales cerca de sus domicilios, podría justificarse la inexistencia de incentivos a la localización. En definitiva los productores repercutirían en sus precios los costes de redes que, en este caso, serían muy similares entre ellos.
En el sistema actual, con un fuerte empuje de las renovables distribuidas, seguir sin reconocer expresamente su contribución a la disminución de las pérdidas del sistema es, a mi juicio, inadmisible.
Ciertamente la CNE podría argumentar que el rango legal de la normativa que fija los peajes a la generación es muy superior a sus competencias; cabría replicar que también lo es un cambio de períodos tarifarios en los calendarios de los consumidores que, no obstante, sí que propone.
A mi entender, sin perjuicio de las decisiones políticas que puedan tomarse, el papel de un regulador independiente debería ser calcular de forma objetiva y evitando subsidios cruzados, los peajes por el uso de la red de cada uno de los sujetos del sistema eléctrico.
Parece una obviedad; pero las líneas eléctricas existen para conectar los generadores con los consumidores. Cuando existen diferentes tipos de generadores no es eficiente que sean solo los consumidores los que paguen por las mismas.
La potencia
La metodología propuesta parte del hecho de que «el factor fundamental que induce el coste de las redes es la potencia en punta de diseño de la red de cada nivel de tensión tarifario«.
No puedo estar más de acuerdo. La implementación de la CNE, sin embargo, ha olvidado un concepto esencial: la simultaneidad.
Puede comprobarlo en cualquier red de distribución: sume las potencias contratadas de todos los consumidores de baja tensión y luego vaya al transformador que los abastece. Comprobará que, salvo en casos muy específicos en los que todos los suministros tengan calefacción eléctrica y se enciendan simultáneamente, la potencia instalada en el transformador es muy inferior a la suma de potencias contratadas por los consumidores.
Dicho de otro modo: si todos los consumidores se pusieran de acuerdo para encender todos sus receptores simultáneamente, las protecciones del transformador «dispararían» por la incapacidad de éste para soportar la carga.
El mismo concepto se aplica en tensiones superiores: las subestaciones de alta tensión tienen mucha menos capacidad que la suma de potencias de transformadores que «cuelgan» de ellas, etc.
BREVE DESCRIPCIÓN DE LA METODOLOGÍA
El aguerrido lector que haya llegado hasta aquí podría pensar que la importancia de las discrepancias anteriores es menor y que una metodología que las incorporara no llevaría a resultados muy diferentes.
Por ello creo preciso analizar con mayor detalle la metodología propuesta de la CNE, que consta de seis fases diferenciadas.
Antes de entrar en ellas conviene precisar que el análisis de la CNE utiliza dos calendarios de asignación de costes alternativos: el existente actualmente y uno nuevo (mucho más simple) propuesto por Red Eléctrica.
En mi opinión, es acertada la propuesta de Red Eléctrica de simplificar y homogeneizar los períodos tarifarios. Si hay que incentivar el uso de la red en horas de baja demanda, todo el sistema debe tener el mismo incentivo. No tiene sentido la situación actual donde los calendarios son, en ocasiones, hasta contradictorios entre grupos de consumidores (se incentiva a unos a consumir mientras que a otros se les incentiva a no hacerlo en la misma hora).
De hecho, creo que todos los consumidores que contaran con el contador adecuado -en menos de cinco años, la totalidad- deberían poder elegir entre la discriminación de uno, dos, tres o seis períodos tarifarios.
Hecha esta precisión me adentro en la metodología, que describo sucintamente a continuación, y que parte de los costes reconocidos a las actividades de transporte y distribución (cerca de 7.000 millones de euros en 2013) según el reparto por niveles de tensión aportado por la contabilidad de costes de las propias empresas eléctricas.
Nada más empezar encontramos un primer asunto conflictivo: la CNE descuenta de cada nivel de tensión los ingresos de los exiguos peajes de los generadores que están conectados al mismo. Desconozco por qué, como veremos enseguida, a unos efectos los costes son repartidos entre niveles de tensión y a otros los ingresos no lo están.
Fase 0: Reparto entre potencia y energía
El primer paso de la metodología consiste en repartir los costes de las redes de cada nivel de tensión entre los términos fijo (potencia) y variable (energía) a pagar por el consumidor.
Para ello, la CNE propone la utilización de la herramienta denominada «Modelo de Red de Referencia Base Cero – MRR» (no confundir con el modelo de red simplificado comentado anteriormente). Este modelo no es más que una herramienta informática que, a partir de una cierta hipótesis de demanda, calcula la red ideal que es necesaria para satisfacerla sometida a una serie de restricciones.
El MRR se utiliza desde el año 2008 para analizar la eficiencia de las inversiones de los distribuidores. Si bien no está exento de críticas es, en mi opinión, una herramienta acertada para realizar cálculos aproximados sobre redes eléctricas. Lo que no estoy tan seguro es de que sea idóneo para repartir el coste de éstas. Principalmente porque establece costes de una red ideal que no coincide en muchos casos con la real.
En cualquier caso la CNE propone a nuestros efectos realizar dos ejecuciones del MRR: una, en la situación de punta de demanda del sistema, sometida a las restricciones de caída de tensión reglamentarias y N-1 (esto es, cobertura ante fallo simple de un elemento de red); y una segunda, considerando la energía consumida a lo largo de un año completo e introduciendo en la función de optimización las pérdidas y la restricción de cumplimiento de los valores reglamentarios de calidad de servicio en cuanto a número y duración máximos de interrupciones del servicio.
La relación entre los costes derivados de la primera y segunda ejecución se imputa al término de potencia y el porcentaje restante al término de energía. Quiero incidir en que se hacen cálculos sobre redes ideales, no coincidentes con las reales. Lo hago porque precisamente las mayores diferencias entre unas y otras pueden derivar de aspectos como el sometimiento a restricciones locales o regionales que estarían englobadas dentro de los conceptos de calidad de servicio recogidos en la segunda ejecución y que, al no ser considerados, con la metodología propuesta quedarían mayoritariamente englobadas en el término de potencia.
Mi objeción principal en este punto, no obstante, es la utilización de la situación de punta de demanda del sistema como inductor directo de los costes recuperados a través del término de potencia.
Creo que la hipótesis es demasiado estricta. De hecho, lleva a la CNE a concluir que el 100% del coste de la red de baja tensión y el 75% del resto de niveles -por cierto, llama la atención la redondez de los números para ser el resultado de cálculos tan complejos- debe recuperarse a través del término de potencia. En otras palabras: tarifa plana de redes eléctricas.
El desincentivo a la eficiencia energética que esto supone es evidente. La CNE, a pesar de los objetivos europeos al respecto, lo obvia completamente. Y paradójicamente lo hace a la vez que, como veremos a continuación, mantiene arbitrariamente otros incentivos para, por ejemplo, desplazar consumo hacia las horas de menor de demanda.
Con independencia de los incentivos obviados, es claro que una cosa es que la potencia máxima a demandar sea el principal inductor de costes de la red y otra bien distinta es que al resto de situaciones se les asigne un coste residual. El razonamiento nos llevaría al absurdo de pensar que un consumidor que se abstiene de utilizar la red en la hora de máxima potencia y que, sin embargo, hace uso intensivo de la misma en el resto del tiempo, no debería pagar prácticamente nada por su uso.
El resultado es tan insostenible que la propia CNE, antes de pasar a la siguiente fase, modifica arbitrariamente el reparto entre potencia y energía para el tramo de red de baja tensión aplicable a los consumidores de menos de 15 kW y lo ajusta arbitrariamente a una serie de convergencia progresiva hacia el 100% a favor de la potencia en un plazo de 5 años, partiendo de un 25% en el primer año.
Fase 1: Reparto por períodos
Una vez obtenidos los costes a repartir entre los términos de potencia y energía, la CNE pasa a imputarlos entre los distintos grupos de consumidores. La metodología seguida a partir de este momento es análoga entre los procesos paralelos de reparto de los términos de potencia y energía, razón por la cual a la fase previa anterior la numero como fase cero (algún disgusto me costará con algún amigo «cuadriculado»…).
En primer lugar y toda vez que los peajes de los consumidores contemplan, en algunos casos, discriminación entre períodos tarifarios, la CNE pasa a repartir los costes de cada nivel de tensión entre éstos.
Para ello, selecciona arbitrariamente un número H de horas de punta del sistema y calcula, para cada nivel de tensión, el % de horas (en el caso de la potencia, % de energía en el otro caso) de cada período incluido dentro del valor H seleccionado. Tras el correspondiente análisis de sensibilidad, la CNE acaba proponiendo fijar «para obtener una discriminación de la punta respecto del valle similar a la de los peajes de acceso vigentes», H=3.000 para el reparto del término de potencia y H=4.000 para el término de energía. En pocas palabras: se utiliza un cálculo complejo para tratar de justificar el mantenimiento de los repartos actuales, establecidos sin criterio técnico alguno. Algunos lo calificarían, sencillamente, de chapuza.
Es evidente que un sistema de cálculo tan prolijo facilita que se pierdan los principios que deberían inspirarlo. Por ello merece la pena reflexionar sobre por qué la CNE para el reparto entre potencia y energía solo considera una hora (la de la punta del sistema) y sin embargo para el reparto entre períodos cuenta con nada menos que 3.000 horas. Si el inductor de coste es la potencia en punta (hipótesis que, como he dicho antes, no comparto) no debería cambiarse éste durante el proceso; pero es evidente que la hora de punta pertenece a un solo periodo, lo que irremediablemente nos conduciría a que el coste a imputar al resto de períodos sería nulo. Al regulador esta opción no le parece razonable y por eso «fuerza» la metodología para que reparta costes entre todos los periodos. ¿Por qué no hace lo mismo a la hora de repartir costes entre los términos de potencia y energía?
Además de la arbitrariedad en la elección de H surge aquí un elemento conflictivo adicional: el uso de los coeficientes de pérdidas estándar (aludidos anteriormente) para «elevar» a cada nivel de tensión las medidas de contador de cada nivel de tensión. Como decía antes, la utilización de las pérdidas estándar, que, por otra parte, llevan más de diez años sin modificarse, supone obviar la situación de instalaciones de generación distribuidas.
Fase 2: Imputación de costes por nivel de tensión
La fase 3 es, sin duda, la más criticable en mi opinión: mediante la utilización del modelo de red simplificado aludido al principio, deduce que en un modelo de red «de arriba a abajo» con la potencia como principal inductor del coste, los consumidores de tensiones inferiores no solo tienen que pagar la red de su nivel de tensión, sino que tienen que contribuir a la financiación de las redes superiores -nótese que lo contrario no aplica-. El reparto, además, se realiza en proporción a la contribución de cada nivel de tensión a la punta de demanda (energía anual, en el caso del término de energía) de cada período tarifario.
Llama la atención que, en su propuesta de 2001 que cité anteriormente, la CNE tenía otro criterio en cuanto a la imputación de costes correspondientes a los niveles de tensión superiores:
«Por otra parte, un diseño binómico -el que finalmente adoptó la CNE- en función de la proximidad del coste al cliente, según el cual los costes correspondientes al propio nivel de tensión son imputados a los términos de potencia y el resto de costes, correspondientes a niveles de tensión superiores, se recuperan a partir de los términos de energía. La idea que subyace en este criterio de diseño es que la imputación de los costes de las redes por kW contratado en cada tramo de red, se ve alterada por el efecto acumulativo de los correspondientes coeficientes de simultaneidades y, por tanto, cada vez es menos directo el efecto que la contratación de cada kW tiene sobre el coste de las redes.»
No parece que la simultaneidad haya desaparecido en este tiempo, por lo que a mi entender la CNE debería argumentar este cambio de criterio. Lo único que ha variado sustancialmente en este tiempo es, precisamente, la posibilidad de crear incentivos al autoconsumo, en dirección contraria al cambio de criterio adoptado.
Fase 3: Cálculo unitario
Una vez obtenido el importe total a asignar por período y nivel de tensión, el siguiente paso es repartirlo por kW contratado (kWh demandando en caso del término de energía). Para ello, la CNE propone simplemente dividir el coste entre la potencia contratada o la energía consumida, según el término.
El criterio es discutible en cuanto que introduce un nuevo inductor de coste: la potencia contratada, que se añade a los anteriores: potencia en punta del sistema y potencia demanda en las H horas de máxima demanda.
Me explico: al repartir por potencia contratada el resultado es que dos consumidores con la misma potencia contratada pagan lo mismo (recordemos que la práctica totalidad del coste de redes en baja tensión se imputa al término de potencia) con independencia de que uno la utilice en su totalidad en el momento de máxima demanda y el otro prácticamente no consuma energía en ese momento.
La cuestión me lleva directamente a denunciar una discriminación, injustificable en la actualidad, del consumidor doméstico respecto del resto. En efecto, los clientes de menos de 15 kW de potencia contratada solo pueden, en la actualidad, contratar una potencia para todos los períodos; mientras que los de potencia superior pueden contratar distintas potencias entre períodos tarifarios (siempre en sentido inverso, eso sí, a la potencia máxima demandada por el sistema en los citados períodos).
El hecho es importante porque una imputación tan drástica de costes al término de potencia como la propuesta conllevaría, sin duda, una optimización inmediata por parte de los consumidores, que tratarían de reducir al máximo la potencia contratada.
Pues el hecho es que un consumidor doméstico que aceptara rebajar su potencia demandada en los períodos de punta del sistema (mediante el desplazamiento de consumos o mediante la aportación de generación renovable en su edificio, por ejemplo) se vería limitado a rebajar igualmente su potencia demandada en el resto de períodos.
Piénsese, por un momento, en los consumidores que pretendieran cargar su vehículo eléctrico o híbrido enchufable en las horas «supervalle» de la noche. La necesidad de contratar la misma potencia durante el día con un coste muy significativo supondría un elemento disuasorio más para la electrificación del transporte individual, en contra de la estrategia marcada por el propio Gobierno.
La situación contrasta con la del resto de consumidores, a los que se incentiva para que demanden más potencia en los períodos en los que las redes están más «ociosas». Con los nuevos contadores que se están instalando masivamente no existen problemas de índole técnico que impidan que un consumidor doméstico pueda tener tres o incluso seis potencias contratadas distintas.
El resultado de los cálculos de la CNE resulta clarificador: de los cerca de 19 €/kW que corresponderían al término de potencia doméstico para 2014 según su metodología, más de 5 € corresponden al período 1 (mediodía y tarde/noche de invierno) mientras que algo más de 1 € lo hace al periodo 6 (todos los días de 0 a 8 horas). Permitir la contratación de potencia por períodos podría suponer ahorros del 80% del término.
Fase 4: Adaptación a períodos tarifarios
Los precios unitarios obtenidos hasta el momento están referidos al calendario de seis períodos utilizados por los consumidores de mayor potencia. Tal y como he comentado, resulta necesario adaptar este calendario al existente en las tarifas de acceso actuales.
En el caso de los consumidores domésticos, el precio de la potencia resulta de sumar los precios adjudicados a ésta en cada uno de los períodos. Para los consumidores con discriminación horaria en tres períodos, resulta necesario, sin embargo, «mapear» el calendario en seis períodos en el de tres. En esta ocasión, introduciendo nuevamente una estimación arbitraria, la CNE opta por repartir los precios de potencia en seis períodos en función del número de horas de éstos en cada uno de los tres períodos de la tarifa de acceso.
Fase 5: Ajuste de «discontinuidades»
La última fase de la metodología de reparto de costes de redes es muy peculiar: al observar la CNE que los resultados de las fases anteriores presentan «discontinuidades», esto es, valores no necesariamente decrecientes con el período tarifario, los ajusta de forma arbitraria con el argumento de que la asignación es «sensible a los perfiles de las curvas de carga y al calendario subyacente».
Resulta curioso que, salvo en el caso de los clientes domésticos, los términos de potencia de todos los demás grupos de consumidores resulten afectados por este ajuste ulterior.
Aprovecho este último «ajuste» para afirmar que, a mi juicio, las numerosas medidas arbitrarias introducidas en toda la metodología anulan completamente la pretendida objetividad en la asignación de costes.
CONCLUSIONES
Puede decirse que, en mi opinión, la metodología propuesta por la CNE trata infructuosamente de aportar objetividad y eficiencia al sistema de reparto de costes de las redes. Tras un velo de complejidad acaba introduciendo arbitrariamente numerosas hipótesis, lo que anula la pretendida objetividad inicial.
Sorprendentemente, la CNE finalmente opta por una propuesta lo menos distorsionadora posible respecto de la situación actual para todos los consumidores, salvo para un colectivo: el doméstico, al que propone pasar a un sistema de tarifa plana de redes eléctricas. De los cerca de los actuales 18 € por kW contratado y año propone pasar, gradualmente, eso sí, a más de 28. Más de un 50% de incremento.
Las consecuencias para la eficiencia energética en general y para el desarrollo del autoconsumo en particular serían devastadoras.
Mi propuesta, por tanto, es que se modifique la metodología propuesta introduciendo los siguientes criterios:
- Un modelo de red que considere no solo un flujo de energía descendente según los niveles de tensión, sino también uno ascendente.
- Un sistema que asigne al 50% los costes de la red involucrada entre consumidores y generadores con independencia de las restricciones normativas que luego se pudieran imponer para limitar el coste asumido por los generadores.
- Un modelo en el que la potencia demanda en punta sea el criterio preferente de reparto de costes de red; pero que igualmente considere como criterio relevante la introducción de señales de precio que promuevan la eficiencia energética.
- La aplicación de la nueva propuesta de reparto de períodos elaborada por Red Eléctrica a todos los consumidores (opcional en el caso de los de menor potencia).
- La eliminación de toda restricción a que los precios resultantes de la nueva metodología deban ser continuistas con los actuales. El sector eléctrico actual precisa de cambios sustanciales y la asignación del coste de las redes debe ser, necesariamente, uno de ellos.
En fin, un frente más. Gracias por leer hasta el final.
Gran trabajo divulgativo en materia muy poco propicia.
Y contra esta chapuza de la CNE, disfrazada de complejo estudio, ¿qué más se puede hacer? Visto que va contra el usuario doméstico, ¿quizá involucrar a organizaciones de consumidores…?
Sin duda las organizaciones de consumidores son claves. En cualquier caso, creo que lo único que se consigue con estas barbaridades es potenciar el autoconsumo ilegal. En cuanto las baterías despeguen vamos a ver una avalancha de desconexiones de la red.
HOLA jORGE.
SOY PABLO .E. DE NAVARA, AFINCADO EN VALENCIA- TE ( (((ANALIZO-ESTUDIO)) EN ARV-LA SEXTA —TU OPNIÓN Y SOY AGENTE COMERCIAL DESDE 1927-TENGO 50 Y ESTOY EN PARO. MI PREGUNTAS SON-UNA MATEMATICA- CUANTO VALE SACAR UNA LICENCIA PARA QUE UN HOGAR SEA AUTOSUFICIENTE Y ECOLÓGICO. EN PORCENTAJE CON DIRENCIAL A LO CONVENCIONAL-SEA GAS -PETROLEO -´ó NUCLEAR.( se las alzas y esas cuestiones )
2-SEXISTE ALGUN VACIO LEGAL PARA PODER COMERCIALIZAR ESTE PRODUCTO SIN ENCARECERLO Y CREAR UNA COOPERATIVA EN ESTE SENTIDO-UNA UNIÓN.
GRACIAS CON SINCERIDAD -PABLO
No entiendo a qué te refieres. La autosuficiencia energética depende mucho de la tecnología. La tramitación administrativa, también.
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Gracias por el esfuerzo y felicidades por el análisis que compartes.
Qué opinan tus conocidos/colegas en la CNE de tus planteamientos?
No he tenido oportunidad de comentarlo con ellos hasta el momento.
La verdad es que después de leer toda tu argumentación solo puedo decir que me parece muy consistente y bien argumentada a pesar de no ser experto en la materia.
Yo incidiría en el hecho de que como consumidores no tenemos la flexibilidad que existe en el negocio de Telecom de cambiar de tarifas y de ancho de banda (potencia contratada) y no es un problema técnico sino regulatorio.
Para integrar la generación distribuida deberá incentivarse el desarrollo de las Smart Grids, que por el momento no interesan a los que tienen la sartén por el mango.
Gracias por el comentario. Celebro que resulte comprensible para no expertos.
Ciertamente el cambio de potencia es un asunto completamente regulatorio: si estuvieran bien asignados los costes de redes no debería haber mayor problema en que los consumidores tuvieran mucha más flexibilidad para regular su «ancho de banda» eléctrico. El problema es que no están bien asignados, por lo que cambios frecuentes afectarían a a la «línea de flotación» de las eléctricas.
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Magnifico Jorge, como siempre.
Estoy convencida de que las redes son el principal asunto sobre el que centrar nuestros esfuerzos. ¿Que tal plantearlo para el proximo Oligopoly?
Gracias, Ana. Se ha creado un grupo de trabajo para trabajar sobre el próximo Oligopoly. Van a lanzar un blog para recibir ideas. Por favor, añade allí las tuyas.
Leido en diciembre los datos son aun peores. Los 28€ que Ud. menciona son 36€ por Kw/año. Haciedo el reparto de los costes de red por consumo nacional(253.000Gw/h), yo debería pagar 111€/año y con la nueva subida pagaré 205€/año (contrato 5,75Kw). Ciertamente, más que desigual